jueves, 20 de agosto de 2015

ULTIMAS IMAGENES DESDE BUENOS AIRES

Últimas imágenes desde Buenos Aires - Juan Pablo Luppi


Buenos Aires, 2304. Habitantes: 15.
Avenida Lacroze. A la distancia aparece un hombre seguido por una confusa mancha gris. El hombre toca algún instrumento de viento. Cuando se acerca lo vemos mejor: una figura humana hecha de vidrio avanza tocando una extraña melodía en un instrumento hecho con caños de metal. Detrás de él, una masa de ratas, cucarachas y palomas lo sigue sin dudar. El hombre se adentra en la avenida. El asfalto comienza a hervir. Lentamente, todos los animales se hunden en la calle.
Buenos Aires, 2304. Habitantes: 13.
La ciudad entera es una tumba gris. Los vidrios en todas las ventanas están rotos; apenas asoman algunas baldosas o adoquines sueltos entre las malezas. Las casas de barrio son iguales a sí mismas, los edificios son más y más altos, gigantes vacíos sin ventanas. Cerca de Chacarita, el último semáforo guiña un estúpido y moribundo amarillo intermitente. En todas las esquinas, enormes pantallas de televisión catodizan la calle con programas exactamente iguales a los de 350 años antes. No se ve una sola persona alrededor.
Una ráfaga levanta una bandada de pajaritos de papel. Se acerca un grupo de mendigos. Uno de ellos, un hombre sucio con barba rala y ojos brillantes, ligeramente saltones, se detiene, mira alrededor y huele el aire.
Hombre: —Hay algo raro. ¡Merlín!
Merlín se acerca al hombre. Es un chico de entre doce y catorce años, quizás más pero mal alimentado. Viste una remera de algún material ajustado y brillante, raída en las mangas por las que asoman brazos flacos pero musculosos.
Hombre (a Merlín): —¿Ves algo?
Merlín otea el horizonte. Se oyen disparos continuados; los mendigos van cayendo uno a uno. Merlín grita "¡Concho!" y huye. Corre desesperado por las calles vacías. Por fin se deja caer en un zaguán. Casi no puede respirar. Cautelosamente, se asoma y sale a la calle. Sigue despacio, examinando las paredes quemadas.
Un graffiti: "Rendidos somos más".
De pronto se detiene frente a otro zaguán. Agita una mano en el aire, hace morisquetas: la puerta, intacta, tiene un vidrio reluciente. Merlín se acerca, entra en el zaguán oscuro y empuja: está abierto. La puerta da a un pasillo corto con las paredes cubiertas por espejos curvos. A la izquierda hay una escalera. El pasillo se abre a una enorme sala con suelos de mármol, dividida a la mitad por un mueble. En algún punto del mueble, hacia la derecha, hay una pantalla de televisión: su luz ilumina esa parte de la sala. Se escucha alguno de los archisabidos diálogos de "Casablanca". También se oye una ducha. En la pared de la derecha hay una puerta abierta.
Merlín se acerca a la puerta. A través de ella se puede ver una ducha protegida por una mampara translúcida. El agua corre pero no se ve a nadie. Aparece por la izquierda del baño una mujer joven, vestida con una bata. Sin mirar al exterior, se quita la bata y entra desnuda en la ducha. Merlín se acerca a la puerta despacio. Cuando está por atravesar el marco, la imagen chisporrotea, se desvanece y aparece frente a él una quinceañera sosteniendo un arma a escasos dos centímetros de la frente de Merlín.
Chica (obviamente amenazante): —Movete despacio o te desparramo por toda la casa.
La amenaza, además de obvia, es inútil: Merlín cae desmayado.
Buenos Aires, 2304. Habitantes: 4.
En un cuarto vacío, con las paredes despintadas y mugrientas, dos policías juegan al truco frente a sendos sandwiches de incierto fiambre. Una radio escupe estática.
Policía 1: —Dat fakin thin. Ya no queda nadie que pueda llamar.
Policía 2: —Está el sistema de alarma automático.
Policía 1: —¡Forradas! Hace meses que se descompusieron los sensores.
Policía 2: —Pero el sector D37 todavía funciona. Lo siento; a mí también me gustaría poner alguna emisora, escuchar un tanguito...
Policía 1: —No entiendo cómo las computadoras de Medios siguen programando esas mierdas de tango.
Policía 2: —Las llamo todos los días pidiéndole. Cuando hay un solo oyente, es fácil complacerlo.
Policía 1: —¡Bladmader! Con razón hace tanto que...
Policía 1 se interrumpe: a través de la estática se oye un pitido agudo. Una voz femenina anuncia: Sector D37, Sector D37.
Los policías se miran. Llevan las manos a la espalda y juegan a "Piedra, papel o tijera". Gana Policía 2.
Policía 2: —Yo voy. Quedate por si pasa algo.
El policía 2 sale del cuarto y del edificio, se dirige a una patrulla y entra en ella. En ese momento, se oye un ruido sordo. Por las ventanas de la comisaría comienza a salir humo y lentamente el edificio se desploma. El policía se queda mirando los escombros un momento y luego cierra la puerta.
La patrulla es un overcraft con los típicos colores de la policía. El motor tose un poco pero finalmente arranca.
Buenos Aires, 2304. Habitantes: 3.
La chica abre una lata con líquido rojo, la vuelca sobre un plato y añade el contenido (esta vez sólido) de otra. Ofrece el extraño resultado a Merlín, que lo come ávidamente.
Chica: —¿Estás seguro de que los tuyos murieron todos?
Merlín asiente con la cabeza y hace un gesto con la mano como diciendo "Todos".
Chica: —Los míos también. Todavía no llego a entender cómo esta casa sigue en pie. Pero está perfecta.
Merlín mira hacia la pantalla de televisión: la imagen está cabeza abajo.
Merlín: —¿Por qué?
Chica: —Para recordar que la realidad está de este lado.
Merlín termina su plato. Toma a la chica de la mano y le dice gracias, se acerca más y la besa. Ella apenas se resiste.
El policía sigue las huellas de Merlín con un visor especial. En la radio se oye un tanguito. Desciende de la patrulla, entra bruscamente en la casa y sorprende a la pareja echada en el sillón.
Policía (apuntando con su arma a los otros dos): —¡Quietos! (a Merlín:) Vos, sobre todo. Mataste a los demás allá en la Avenida.
Merlín: —Le juro que yo no hice nada. Apenas pude escapar.
Chica: —Dice la verdad.
Policía: —Lo siento, pero no puedo creerles. Debemos ser los últimos, y las únicas huellas...
El policía es interrumpido por un estruendo. Las paredes se llenan de grietas y el techo comienza a caer sobre ellos.
Policía: —¡Salgan!
Se oye una música rápida y llena de acción, rica en trompetas y golpes de orquesta. Los tres salen y suben a la patrulla. Avanzan entre los edificios que caen justo detrás de ellos, intentando aplastarlos. El policía maniobra entre los escombros que saltan. De improviso la música y el vehículo se detienen. La chica grita de espanto, pero la destrucción también ha cesado.
Bajan en medio de una bocacalle. Las pantallas de televisión en cada esquina muestran a los tres de pie, temerosos.
Merlín: —¿Quién está ahí?
De todas partes llega una voz grave.
Voz: —Soy las luces y las sombras y los subterráneos.
Policía (para sí:) —El asesino.
Voz: —La víctima, amigo tangófilo. (Ríe) Una víctima de la sociedad.
Chica: —Por qué.
En una esquina aparece el hombre de vidrio. Está sucio y quebrado en muchas partes. Cuando habla, su voz es la misma que se oyó antes.
Hombre: —Una vez dos hermanos comenzaron una ciudad. Una vez, dicen, se reconstruyó la Alhambra. Ustedes son mis últimos habitantes: el chico-héroe de nombre raro, su chica y el tutor bueno y valiente que muere antes del final. En las películas siempre sucede así. Pero mi cansancio es enorme y ya no podría soportar otra fundación, así que tendré que matarlos a ustedes también. Lo siento mucho. Hace tanto que Corrientes no duerme.
El hombre de vidrio explota en pedazos que se clavan en el trío. Luego las malezas comienzan a subir y los cubren hasta asfixiarlos. Toda la ciudad es cubierta rápidamente por vegetación. No muy lejos de allí, un jinete con capa roja cabalga sobre un caballo blanco. Mira hacia la ciudad pero sólo ve el verde.
Jinete: —Por aquí no es. (Al caballo:) Volvamos

El caballo relincha y se aleja con un trote triste.

ASNOS ESTUPIDOS

Asnos estúpidos
[Cuento. Texto completo.]
Isaac Asimov

Naron, de la longeva raza rigeliana, era el cuarto de su estirpe que llevaba los anales galácticos. Tenía en su poder el gran libro que contenía la lista de las numerosas razas de todas las galaxias que habían adquirido el don de la inteligencia, y el libro, mucho menor, en el que figuraban las que habían llegado a la madurez y poseían méritos para formar parte de la Federación Galáctica. En el primer libro habían tachado algunos nombres anotados con anterioridad: los de las razas que, por el motivo que fuere, habían fracasado. La mala fortuna, las deficiencias bioquímicas o biofísicas, la falta de adaptación social se cobraban su tributo. Sin embargo, en el libro pequeño nunca se había tenido que tachar ninguno de los nombres anotados.
En aquel momento, Naron, enormemente corpulento e increíblemente anciano, levantó la vista al notar que se acercaba un mensajero.
-Naron -saludó el mensajero-. ¡Gran Señor!
-Bueno, bueno, ¿qué hay? Menos ceremonias.
-Otro grupo de organismos ha llegado a la madurez.
-Estupendo, estupendo. Hoy en día ascienden muy aprisa. Apenas pasa año sin que llegue un grupo nuevo. ¿Quiénes son?
El mensajero dio el número clave de la galaxia y las coordenadas del mundo en cuestión.
-Ah, sí -dijo Naron- lo conozco.
Y con buena letra cursiva anotó el dato en el primer libro, trasladando luego el nombre del planeta al segundo. Utilizaba, como de costumbre, el nombre bajo el cual era conocido el planeta por la fracción más numerosa de sus propios habitantes.
Escribió, pues: La Tierra.
-Estas criaturas nuevas -dijo luego- han establecido un récord. Ningún otro grupo ha pasado tan rápidamente de la inteligencia a la madurez. No será una equivocación, espero.
-De ningún modo, señor -respondió el mensajero.
-Han llegado al conocimiento de la energía termonuclear, ¿no es cierto?
-Sí, señor.
-Bien, ese es el requisito -Naron soltó una risita-. Sus naves sondearán pronto el espacio y se pondrán en contacto con la Federación.
-En realidad, señor -dijo el mensajero con renuencia-, los observadores nos comunican que todavía no han penetrado en el espacio.
Naron se quedó atónito.
-¿Ni poco ni mucho? ¿No tienen siquiera una estación espacial?
-Todavía no, señor.
-Pero si poseen la energía termonuclear, ¿dónde realizan las pruebas y las explosiones?
-En su propio planeta, señor.
Naron se irguió en sus seis metros de estatura y tronó:
-¿En su propio planeta?
-Si, señor.
Con gesto pausado, Naron sacó la pluma y tachó con una raya la última anotación en el libro pequeño. Era un hecho sin precedentes; pero es que Naron era muy sabio y capaz de ver lo inevitable, como nadie, en la galaxia.
-¡Asnos estúpidos! -murmuró.

FIN

"Silly Asses", 1957

EL COSMONAUTA



Git flageló a Nuí.
Ella dio saltos de alegría sobre el polvo azul. —Acércate —dijo Git.
Nuí avanzó con sus pinzas y se las enseñó a Git. Un tentáculo de Git rodó echando humo hacia Nuí. —¡Córtalo! ¡Córtalo! —suplicó Git. Nuí lo mordió en tres partes: ¡choc! ¡choc! ¡choc! Se comió una. Git se comió otra.
La tercera escapó corriendo sobre el polvo azul y dio un hijo. Nuí agarró al otro hijo de Git por un tentáculo y le cortó la mitad.
—Más, más... —pidió él.
Pero Nuí estaba detrás del pedazo que había cortado; se le fue entre el polvo.
Nuí se dio golpecitos en el carapacho con las pinzas y lanzó un chorro amarillo encima de Git.
Mut era un testigo mudo de los juegos de Git y Nuí.

La nave había sido desviada de su ruta por la interferencia de una corriente de partículas meteóricas y el hombre se vio obligado a aproximarla al planeta para evitar un choque fatal. Luego la fuerza de gravedad la atrajo y fue descendiendo en zigzag, utilizando el motor de freno como compensación.
—Así podré revisar los instrumentos y esperar a que termine el flujo meteórico... —se dijo el cosmonauta.
Primero la nave era un punto negro en el cielo. Acercóse a la superficie como una partícula estelar, creciendo hasta tomar su forma definitiva sobre el polvo azul, que se apartó inmediatamente dejando lugar al oxígeno que respiraba la nave para protegerse, y que pronto vino a formar una mancha roja debajo de ella.
Git, Nuí, Mut y los demás nunca habían visto un meteorito tan extraño: más brillante que los otros, menos caliente, más simétrico. Git se extendió sobre la nave. Su ojo blanco temblaba y las múltiples esferas cerebrales de sus tentáculos se humedecieron. El sudor de los pequeños cerebros a lo largo de sus tentáculos corría por el cristal de las ventanillas.
—¡Muérdeme! —suplicó a Nuí, y ella, ¡choc!, le cortó otro trozo de tentáculo, que dio un hijo más.
Como ocurría cada vez que caían meteoritos, su instinto de reproducción era exaltado y el proceso de cortar tentáculos se multiplicaba.
Nuí mordía los tentáculos de Git con las pinzas y los pequeños pedazos se iban rodando y crecían con rapidez. Mut se extendió longitudinalmente sobre el estimulante polvo azul; alargándose, avanzó sobre la nave y formó varios anillos en su rededor. Luego se subdividió y cada anillo fue a su vez tendiéndose a lo largo sobre el polvo azul y subdividiéndose.
Movido por la necesidad de establecer contacto y por la confianza en sí mismo, el cosmonauta apareció en la puerta de la nave, contemplando a los curiosos pobladores del polvo azul. Solo en su traje ancho, la cabeza dentro del casco de cristal que emitía chispas por las antenas frente a sus ojos, descendió por la escalera y se adelantó hacia la multitud. Los otros quedaron sorprendidos ante aquel ser que salía de un meteorito y caminaba sobre dos tentáculos, moviendo otros dos en el aire.
Mut preguntó:
—¿De dónde vendrá? Nunca habíamos visto a nadie en un meteorito.
—Extraño, extraño —comentó Nuí, e hizo ¡choc! ¡choc! en el aire con sus pinzas.
La osadía del hombre creció al verse como un rey, delante de todos aquellos personajes que permanecían inmóviles, analizándolo a través de sus múltiples tentáculos llenos de esferas cerebrales; miles de ojos pensantes sobre el hombre, escrutándolo, penetrándolo, tomando su imagen y movimientos, apoderándose de sus formas.
Entró en el polvo azul. Los demás vieron cómo se movía cómodamente sobre sus pies, mirándolo todo y lanzando constantes chispas entre ceja y ceja.
—Háblale —sugirió Mut—. Dile cualquier cosa...
—¿Quién eres? —preguntó Git.
El cosmonauta no recibió nada. Su casco de cristal continuaba despidiendo chispas entre ceja y ceja. Pero tuvo una cierta intuición de que querían entablar un diálogo. Lo mejor que pudo hacer fue lanzar más chispas, esta vez azules.
Git, Nuí, Mut, y los demás entendieron que eran un símbolo de paz.
—Sus palabras son azules como nuestro polvo —dijo Mut—. Quiere decirnos algo...
—¿Por qué será tan pequeño? —preguntó Nuí.
Git señaló:
—Tiene dos cerebros gemelos que le brillan. Los abre y los cierra; miren bien. Y por encima de los cerebros nos habla con palabras de luz azul.
—Sí —dijo Nuí—. ¿Qué edad tendrá?
—Debe de ser muy joven —especuló Mut—. Sus tentáculos son cortos...
Nuí se dirigió al hombre.
—Acércate —le dijo—, acércate.
El cosmonauta no oía absolutamente nada.
Nuí entonces se le aproximó.
—¿Estás solo? ¿No hay más contigo?
Los demás miraron hacia la puerta exterior de la nave, que había quedado abierta. Pero nadie se asomaba. Uno de los tentáculos-hijos se fue corriendo y trepó por la escalerilla.
El hombre, que lo había visto, siguió intentando entablar conversación.
«Son juguetones y pacíficos —se dijo—. Los pequeños parecen cachorros.»
Y, efectivamente, los pequeños eran los que más se acercaban para verlo.
«He causado conmoción», volvió a pensar el hombre.
Mut preguntó:
—¿Cómo serán sus hijos?
Y se subdividió para que el visitante entendiera lo que se hablaba.
Nuí, observándolo de cerca, vio que se parecía a Git, aunque sus tentáculos carecían de cerebros.
—Es tan joven que aún no tiene —se dijo.
Entonces Nuí se dejó llevar por la curiosidad, más que por las ganas de procrear, y le cortó los brazos al hombre con sus pinzas: ¡choc! ¡choc!

Mientras se desangraba, el cosmonauta sintió que le faltaba el aire y lo último que pudo oír fue otra vez ¡choc! ¡choc! ¡choc! ¡choc!

El relato de ciencia ficción - DIFERENCIAS CON EL FANTASTICO Y TEMATICAS

En principio, la ciencia ficción nació dentro de la literatura fantástica. Si se piensa en un Frankenstein o en Dr. Jekyll y Mr. Hyde queda claro que así fue. ¿En qué se diferencian entonces ambos géneros?

Los dos tratan de seres sobrenaturales o de acontecimientos in sospechados, siniestros o maravillosos, pero allí donde el relato fantástico mantiene al lector en la incertidumbre, el relato de ciencia ficción intenta convencerlo de que los hechos tienen una explicación racional.

Esta explicación se basa en hechos o ideas que los conocimientos científicos contemporáneos a la obra permiten suponer como probables en un futuro. El relato quiere anticiparse a lo que podría suceder, haciendo conjeturas. Así, el autor de ciencia ficción imagina la historia a partir de los datos provenientes de la realidad. La sociedad que inventa deriva de la nuestra, que actúa como punta de partida para suposiciones. El relato no quiere separarse de la realidad sino imaginar a partir de ella lo que podría suceder, con una intención crítica admonitoria. La ciencia ficción sólo trata de aquello que la opinión general considera posible bajo determinadas circunstancias.

Temáticas

Con frecuencia, el cuento de ciencia ficción plantea diversas hipótesis acerca del futuro: la invasión de la robótica y de la informática, con el consiguiente peligro de la deshumanización; los viajes en el espacio y en el tiempo; la descripción de planetas de características culturales absolutamente diferentes de las del mundo actual; la convivencia pacífica o no con otros seres alienígenas, cyborgs, replicantes; la aparición de fenómenos naturales imprevistos que alteran la vida de los humanos en la Tierra o amenazan la subsistencia de las especies vivientes; el fin del mundo y la soledad profunda de sus sobrevivientes son algunas de ellas.
Estos relatos se basan en la atmósfera que ha creado el avance científico y tecnológico. Por eso, es frecuente que la intención de sus autores sea advertir sobre el peligro de sus efectos.

TEMATICAS
1.Ubicación temporal en un futuro lejano: los hechos ocurren en un futuro lejano, muchas veces remoto, donde la sociedad humana se desenvuelve en medio de importantes avances científicos y tecnológicos.

2.Redes informáticas y tecnológicas que lo dirigen todo: mundos altamente automatizados; las computadoras controlan el mundo y las actividades de los ciudadanos. Algunos pocos humanos privilegiados (pertenecientes a grupos de poder), tienen acceso a toda la información.

3.Presencia de entidades multinacionales que controlan a la humanidad: son los depositarios del poder (político, económico, cultural, informativo, social, etcétera).

4.Implantes electrónicos o biónicos de todo tipo en seres humanos: la manipulación genética y las operaciones para instalar sistemas computarizados en el cuerpo, muchas veces con fines militares, plantean serios problemas de índole moral.

5.Estados totalitarios mundiales: corresponde a la crítica social y política respecto de adónde puede llegar la humanidad si sigue por el camino en que se encuentra, es aquí motivo recurrente de la ciencia ficción.

6.Ecología: los equilibrios ecológicos se ven seriamente dañados ante las difíciles circunstancias por las que atraviesan las sociedades del futuro.

7.Explosión demográfica: un importante aumento, alarmante en realidad, de los seres humanos, crea serios problemas para la alimentación mundial.

8.Explosión-Guerra Nuclear: el holocausto nuclear que destruye a la civilización es producto del fracaso de todos los dispositivos tecnológicos, políticos y económicos de los que disponía la utopía futura para el desarrollo de las sociedades.

9.Plagas: de toda índole, con su consiguiente reguero de enfermedades, hambre y muerte.

10.Extraterrestres: de todo tipo y naturaleza, buenos y malos, que invaden o son invadidos y que se encuentran en contacto con los seres humanos para cumplir una determinada misión.

11.Clima de violencia generalizado: las ciudades de todo el globo viven un clima de violencia desatada, producto y consecuencia de la actuación de una o más de las características antes mencionadas.


12.Elementos de parapsicología: el psiquismo, la telepatía, la hipnosis, los sueños premonitorios, aun las preocupaciones metafísicas, son parte importante del existir diario de muchos de los personajes de la ficción.

El relato de ciencia ficcion - ORIGENES

Según opinan algunos especialistas el relato de ciencia ficción nació en la primera mitad del siglo XIX con la novela Frankenstein de la escritora inglesa Mary Shelley (1791-1851) en el que un científico da vida en su laboratorio a un ser monstruoso con restos de cadáveres humanos.

También en la segunda mitad del siglo XIX, el escritor escocés Robert Louis Stevenson (1850-1894) concibió su novela El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, que aportó al imaginario de la literatura otro científico.

En realidad, ambas novelas son muy complejas y difíciles de clasificar en un género narrativo único, pero se puede reconocer en ellas un elemento fundamental de lo que más tarde se llamará ciencia ficción: son relatos en los que los acontecimientos insólitos, inquietantes o fantásticos se explican racionalmente con la ayuda de sorprendentes hallazgos producidos en el campo científico.

También durante el siglo XIX, el escritor francés Julio Verne (1828-1905) escribió una serie de novelas de aventuras, algunas de las cuales se consideran antecedentes directos del género de Ciencia Ficción. En Veinte mil leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la Tierra y De la Tierra a la Luna, la ficción construye su verosimilitud o credibilidad a partir de los avances de la ciencia y la técnica permitían imaginar como posible en un futuro cercano.

Después de las novelas de Verne, el escritor inglés Herbert G. Wells (1866-1946) aportó elementos importantes para la evolución del relato de ciencia ficción.
Su formación científica influyó en su actividad como autor de las novelas de anticipación. La máquina del tiempo, El hombre invisible, La isla del doctor Moreau y La guerra de los mundos, todas de la década de 1890, son relatos en los que no sólo se entrelazan la aventura y la ciencia, sino que incorporan una mirada crítica sobre la sociedad.

La plenitud de la ciencia ficción llegó en el siglo XIX. En Estados Unidos, el género se renovó y tomó su nombre por primera vez. En 1926, Hugo Gernsback creó una revista dedicada exclusivamente a las historias de este tipo y acuñó el término scientifiction para denominar a un género que comenzaba a diferenciarse de los demás con rasgos propios bien definidos.